¿Por qué los Mac son difíciles de reparar? Claves, datos y opciones

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Del mac fácil de actualizar al portátil casi cerrado

Hubo una época en la que podías abrir un Mac y ampliar la RAM, cambiar el disco duro por uno de mayor capacidad o sustituir la batería cuando empezaba a flojear. Esas mejoras caseras eran habituales, y muchos usuarios alargaban la vida útil de sus equipos con operaciones sencillas y asequibles.

Hoy el panorama es distinto: en los MacBook modernos, la RAM y el SSD suelen ir soldados a la placa. Si falla uno de ellos o te quedas corto de capacidad, la solución pasa por cambiar la placa lógica completa, un arreglo que puede costar cientos de euros y que no siempre compensa respecto a comprar un equipo nuevo.

A esto se suma que la batería, en muchos modelos, está fuertemente adherida al chasis. Retirarla con seguridad requiere tiempo, experiencia y herramientas adecuadas; no es el típico cambio rápido de antaño. Aunque Apple ha recuperado puertos útiles como el HDMI o el lector SDXC en algunos equipos, la facilidad para reparar o ampliar no ha vuelto con ellos.

La consecuencia es clara: entre aficionados y técnicos independientes, la reputación de los portátiles de Apple en reparabilidad ha caído en picado. Esa percepción no es solo anecdótica; informes y puntuaciones externas la avalan con datos y metodologías objetivas.

Qué dicen los índices de reparabilidad: quién aprueba y quién suspende

El informe anual Failing the Fix del PIRG (Public Interest Research Group) analizó los 10 dispositivos más recientes a la venta de cada marca a enero de 2025 en Estados Unidos. La puntuación pone el foco en la reparabilidad real, dando más peso a lo fácil que es desmontar un equipo, porque ese punto refleja lo que percibe el usuario cuando quiere arreglar algo.

En ese ranking, ASUS y Acer aparecen como las marcas que más facilitan el desmontaje y, por ende, las reparaciones. Los portátiles de HP no terminan de mejorar tras una caída de reparabilidad entre 2023 y 2024, y Lenovo muestra un comportamiento irregular y además con lagunas de información que complican evaluar su caso en igualdad de condiciones.

Apple, por su parte, sale mal parada en el apartado de ordenadores portátiles. El estudio la sitúa entre las puntuaciones más bajas, y destaca que obtuvo la peor nota en desmontaje del listado (indicada como 97 en su metodología). No obstante, hay un matiz interesante: su nota global sube de 4,3 a 5,1 respecto al año anterior, en parte porque la compañía apoyó la legislación del derecho a reparar en California y lanzó un programa de reparación en autoservicio que, si bien limitado, suma puntos.

En Europa, Francia ha ido por delante con su “indice de réparabilité”, un marcador que los fabricantes deben publicar en la venta de dispositivos. En la Apple Store francesa, la compañía muestra estas puntuaciones, aunque aparecen al final del proceso de compra y no se ven en otras versiones regionales de su web. El índice depende de criterios definidos por el Ministerio de Transición Ecológica: documentación disponible, facilidad de desmontaje y acceso, herramientas necesarias, disponibilidad y precio de piezas, y criterios específicos por categoría.

Con ese baremo, Apple reconoce que sus equipos no brillan. Un iPhone 12 Pro obtiene 6,0/10; y entre portátiles, los Mac con chips Apple M1 promedian 5,6, por debajo de modelos con Intel que rondan 6,3. En contraste, hay móviles como el Xiaomi Mi 10 Lite con un 7,1, y en portátiles vemos desde un Asus Chromebook Flip 14 con 5,7 hasta portátiles gaming de Asus que llegan a 7,3, una cifra competitiva.

Seguridad, biometría y el papel del chip t2 en las reparaciones

Otro factor clave en la dificultad de reparar ciertos Mac es el chip T2, presente en equipos como los iMac Pro y los MacBook Pro de 2018. Este chip agrupa funciones que antes estaban distribuidas en varios controladores: ISP de cámara, audio, gestión del SSD y el clásico SMC (System Management Controller), además de alojar el Secure Enclave que protege datos biométricos y procesos como el arranque seguro.

¿Qué implica esto? Tras reparar ciertos componentes, el equipo puede exigir una validación mediante software de diagnóstico oficial de Apple para quedar plenamente operativo. Ese software, el Apple Service Toolkit 2, es de uso interno para Apple Store y Proveedores Autorizados; terceros sin esa certificación no pueden acceder legalmente, quedando fuera de juego en reparaciones ligadas a seguridad.

Si alguien no autorizado realiza la intervención y luego enciende el Mac, el sistema puede solicitar autenticación en el servicio restringido. Sin esas credenciales, el resultado puede ser un equipo inoperante, lo que en la práctica encarrila al usuario hacia la red oficial. Es un modelo similar al de algunos coches y de marcas como John Deere, donde herramientas y códigos de diagnóstico forman parte del cerrojo.

Apple argumenta que esta filosofía protege funciones críticas como Touch ID y Face ID y, por extensión, la privacidad. Desde fuera, voces como las de iFixit plantean el dilema: ¿se trata de una estrategia de control que concentra reparaciones en la red oficial, o es un peaje de seguridad inevitable? Sea cual sea el equilibrio, lo cierto es que complica las reparaciones por cuenta propia o en talleres independientes.

El mercado paralelo y sus límites: piezas, calidad y más obstáculos

Al margen de los canales oficiales se ha configurado un auténtico ecosistema de reparaciones no autorizadas, especialmente en iPhone. Hay empresas que fabrican piezas “aftermarket” —por ejemplo, pantallas y digitalizadores— y nutren a miles de tiendas en todo el mundo; se calcula que solo en EE.UU. existen en torno a 15.000 de estos negocios.

La calidad del repuesto es determinante: las tiendas distinguen gamas de calidad y, en pantallas, las “Premium” igualan mejor la experiencia original. Usar piezas de menor nivel puede tener efectos visibles en la velocidad de respuesta, reproducción de color y resistencia a roturas, lo cual incide tanto en la satisfacción como en la durabilidad de la reparación.

Pero incluso con buen material y manos expertas, la tendencia de Apple a reforzar controles, adhesivos y procedimientos de calibración hace que cada generación sea más exigente. Para el usuario, esto se traduce en menos opciones, presupuestos más altos y tiempos de intervención que no siempre encajan con las urgencias del día a día.

El resultado es un escenario donde, en muchos casos, la pregunta ya no es “¿puedo repararlo?” sino “¿me compensa repararlo?”. Y esa respuesta depende de la pieza, del modelo, de la disponibilidad de recambios y de la política concreta que afecte a ese dispositivo.

¿es tan difícil abrir un mac? el caso del macbook air de 15 pulgadas en ifixit

Cuando iFixit desarmó el MacBook Air de 15 pulgadas, la puntuación final fue un 3/10. Puede parecer muy baja, pero, en contexto Apple, no es de las peores: hubo MacBook Pro con pantalla Retina que obtuvieron 1/10, prácticamente un “no lo intentes en casa”.

En ese despiece concreto, el equipo de iFixit califica de “horrible” la experiencia con la batería adherida, y señala que retirar la placa lógica requirió lidiar con los altavoces, complicando aún más los pasos. Son pequeños obstáculos que, sumados, elevan el riesgo y el tiempo de cualquier intervención fuera de un servicio especializado.

Más allá de la reparabilidad, el modelo de 15 pulgadas añade datos curiosos: es un 22% más pesado que la versión de 13, ofrece un 26% más de píxeles, engorda apenas 0,2 mm y monta una batería de 66,5 Wh. Es un equipo muy atractivo para quien quiere más pantalla sin renunciar al espíritu Air, pero todo ello convive con un diseño que sigue siendo poco amable con el destornillador.

Apple ha lanzado su programa de reparación de autoservicio en Europa, con manuales, piezas y herramientas de alquiler. Es un paso adelante en transparencia, sí, pero cuando el desmontaje es intrincado, las piezas van soldadas y los adhesivos abundan, la barrera práctica sigue ahí. Para muchos usuarios, la opción razonable termina siendo el servicio oficial o un SAT autorizado.

El derecho a reparar y el coste real de una reparación compleja

El derecho a reparar ha ganado impulso en Europa y en Estados Unidos, con legislaciones que piden diseños más reparables y acceso a documentación y piezas. La realidad del taller, sin embargo, es tozuda: sin un hardware concebido para facilitar el desmontaje, el derecho puede quedarse en papel mojado.

En el terreno de los smartphones, Apple es un ejemplo claro de cómo una reparación puede volverse carísima. Cambiar la pantalla de un iPhone 14 Pro Max en España puede llegar a 799 euros sin AppleCare+, y en otros casos, como el de una intervención con fuerte daño estructural, un servicio oficial podría rondar cifras como 703 euros al cambio, según casos documentados.

Cuando se afronta una reparación tan seria, el proceso requiere maquinaria especializada, y si el chasis está doblado puede ser imposible usar los útiles oficiales de extracción. Reparar el cristal trasero puede implicar desmontar por completo el interior y reubicarlo en un nuevo chasis, algo solo apto para manos muy entrenadas y con el instrumental adecuado.

Además, si tras la reparación el sistema detecta que la pieza no es “original” o no ha sido activada por los canales oficiales, iOS puede desactivar funciones como True Tone o el brillo automático. En un caso documentado, una reparación de este tipo llevó cuatro horas y media incluso a un profesional con experiencia, lo que ilustra la complejidad a la que nos enfrentamos.

No todo son malas noticias: en el iPhone 14, Apple introdujo un chasis que permite cambiar con más facilidad el cristal trasero. En esa intervención concreta se registró un ahorro de 348 euros frente al servicio oficial, señal de que el diseño puede marcar enormes diferencias en coste y viabilidad.

¿reparar tu viejo mac o cambiar de equipo? un dilema real

Planteemos un caso muy común: un MacBook Pro de 13 pulgadas de principios de 2015 con 8 GB de RAM y 256 GB de SSD, usado para Lightroom y ofimática. La pantalla necesita mano de obra, la batería está para cambiar y hay “cosillas” que fallan. La duda es si llevarlo a Apple, a un técnico de confianza o dar el salto a un equipo nuevo.

En máquinas con cierta edad, la suma de una pantalla, una batería y otras reparaciones puede acercarse peligrosamente al valor de un portátil más moderno. En manos oficiales tendrás garantía y piezas aseguradas, pero el presupuesto suele ser más alto; en un buen taller independiente, el coste puede bajar, con la contrapartida de piezas equivalentes y menos encaje con el ecosistema de verificación de Apple.

¿Y si apuestas por un Mac nuevo? Un Mac mini parece económico de entrada, pero necesitarás monitor, teclado y ratón, y al hacer números el precio final sube. Un iMac simplifica todo al venir “llave en mano”, aunque normalmente supone un desembolso mayor. Si abres la puerta al PC, hay sobremesas ya montados que pueden rendir muy bien en edición fotográfica, pero conviene elegir bien CPU, RAM y almacenamiento para no quedarse corto con Lightroom.

El iPad, con apps de edición cada vez más capaces, puede ser una solución parcial, aunque no todo el mundo se siente cómodo con su flujo táctil. Si vienes del Mac y dominas Lightroom clásico, migrar a un flujo de trabajo en iPad puede ralentizarte al principio. Valora si realmente te compensa el cambio en tu día a día.

Consejo práctico: pide presupuestos cerrados para las piezas críticas (pantalla y batería), compara con el coste de un equipo nuevo que cumpla tus necesidades y sopesa el tiempo de vida extra que podrías ganar. Si el 2015 responde bien tras un formateo limpio y la inversión es razonable, puede ser una buena manera de estirar su uso; si no, quizá ha llegado el momento del relevo.

Herramientas oficiales: qué puede (y qué no) hacer diagnóstico de apple

Antes de pensar en recambios, vale la pena pasar el Diagnóstico de Apple para descartar problemas de hardware. Esta utilidad comprueba la placa, la memoria y los componentes inalámbricos y, en muchos casos, puede ejecutarse incluso cuando macOS no arranca.

Ojo: Diagnóstico de Apple no evalúa periféricos externos (como USB) ni piezas de terceros, y no detecta conflictos de software. Si no encuentra fallos físicos, quizá el origen esté en el sistema y convenga reinstalar macOS o revisar la configuración de apps como Lightroom antes de abrir el equipo.

Si el diagnóstico sí reporta errores de hardware, tendrás una base objetiva para decidir si tirar de garantía (si aplica), acudir a un SAT autorizado o buscar un presupuesto en un taller independiente con buenas referencias y experiencia en Mac.

Mirando el conjunto —diseños cada vez más integrados, puntuaciones discretas en índices de reparabilidad, requisitos de verificación ligados a seguridad y costes altos en reparaciones complejas— se entiende por qué reparar un Mac puede ser arduo. Las marcas que priorizan el desmontaje sencillo salen mejor paradas, y las iniciativas legislativas empujan a mejorar, pero mientras tanto el usuario debe elegir con calma entre reparar, actualizar o renovar equipo según su caso y su bolsillo.